30.9.09

Celebremos con fe y alegría la fiesta



San Gerardo


Protector especial

de las mujeres embarazadas y de los niños.



Debido a los milagros que Dios ha obrado por intercesión de Gerardo en favor de las madres, las mamás de Italia pusieron gran empeño en que se nombrara a San Gerardo su patrón. En el proceso de su beatificación se asegura que Gerardo era conocido como "el santo de los partos felices".


Millares de madres han podido experimentar el poder de San Gerardo a través de la "Cofradía de San Gerardo". Muchos hospitales dedican su departamento de maternidad al santo y distribuyen entre sus pacientes medallas e imágenes de san Gerardo con su correspondiente oración. A millares de niños se les ha impuesto el nombre de Gerardo por padres convencidos de que, gracias a la intercesión del santo, sus hijos han nacido bien. Hasta a las niñas se les impone su nombre, por lo que es interesante constatar cómo el nombre de "Gerardo" se ha transformado en Gerarda, Geralina, Gerardina, Geriana y Gerardita. O también por su apellido Mayela, cuántas Mayelitas se bautizan con este nombre en muchas partes del mundo.



El Papa Juan Pablo II y San Gerardo:


Nuestro querido Papa Juan Pablo II, en año 2004, con motivo de los 100 años de la canonización de San Gerardo y 250 años de su muerte nos dijo lo siguiente:

“San Gerardo Mayela es uno de los pequeños, en los que Dios ha hecho brillar la fuerza de su misericordia. Entró muy joven en el instituto misionero redentorista, con la firme voluntad de "ser santo". El "sí" gozoso y confiado a la voluntad divina, sostenido por una oración constante y por un notable espíritu penitencial, se traducía en él en una caridad atenta a las necesidades espirituales y materiales del prójimo, sobre todo de los más pobres. Gerardo, a pesar de no haber realizado estudios particulares, había penetrado en el misterio del reino de los cielos y lo irradiaba con sencillez a los que se acercaban a él. Sentía con fuerza la urgencia de la conversión de los pecadores, y por esta causa trabajaba incansablemente; del mismo modo, sabía sostener y animar a los llamados a la vida religiosa.


La fama de su santidad y la confianza en su intercesión siguieron creciendo después de su muerte. Su tumba sigue siendo hoy meta de numerosas peregrinaciones de Italia y de muchos países de todos los continentes. Numerosos fieles recurren confiados a él en las situaciones más difíciles.


Él rezaba así: "¡Oh Dios mío, si pudiera convertir a tantos pecadores cuantos son los granos de la arena del mar y de la tierra, las frondas de los árboles, las hojas de los campos, los átomos del aire, las estrellas del cielo, los rayos del sol y de la luna, todas las criaturas de la tierra!"


San Gerardo no ahorraba energías, oraciones y penitencias por los pecadores. Su amor no le permitía permanecer indiferente ante sus opciones y su condición; sobre todo, se preocupaba de que todos se acercaran de manera fructuosa al sacramento de la reconciliación.


Aunque se preocupaba de que los pecadores recuperaran la vida espiritual mediante la conversión y el sacramento de la penitencia, san Gerardo Mayela prestaba atención particular también a la vida naciente y a las mujeres embarazadas, sobre todo a las que atravesaban dificultades físicas y espirituales. Por eso también hoy se lo invoca como protector especial de las mujeres embarazadas. Este rasgo típico de su caridad constituye para los fieles un estímulo a amar, defender y servir siempre a la vida humana.”


Celebremos con alegría y entusiasmo en todo el mundo la novena de San Gerardo que inicia el día 7 de octubre, y su fiesta el día 16. Acudamos en familia a sus santuarios, templos, capillas y altares; llevemos a nuestros niños y niñas, a todas las mamás y, particularmente a las mamás gestantes.



San Gerardo María Mayela:

Proteje a todas las mamás y a los niños y niñas del mundo.



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1.9.09

Educando el corazón


PURIFICARSE EN EL AMOR

La victoria sobre el mal comienza en el corazón

P. Fidel Oñoro, cjm

Jesús dice:
21Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen las intenciones malas: fornicaciones, robos, asesinatos, 22adulterios, avaricias, maldades, fraude, libertinaje, envidia, injuria, insolencia, insensatez. 23Todas estas perversidades salen de dentro y contaminan al hombre’”. (Marcos 7, 21-22)

Del corazón del hombre salen las “fornicaciones”
Se trata de deseos sexuales incontrolados que conducen a relaciones sexuales inmorales. Se trata de la persona para la cual cualquier tipo de relación da lo mismo y ésta se vuelve habitual, reiterativa, viciosa. El criterio de comportamiento es la propia satisfacción, haciendo de la pareja un objeto para la propia autocomplacencia, negando por lo tanto el valor del otro y sacrificando relaciones estables más profundas basadas en el amor. El daño que se hace a la persona amada, a la cual se le ha entregado el corazón, es bien grande.

Del corazón del hombre salen los “robos”
Se trata de aquel para quien la apropiación de lo ajeno es un comportamiento habitual. Tampoco en su caso hay una escala de valores en la cual el respeto y el amor por los demás están en primer lugar. Coloca el entorno al servicio de sus propios intereses. Es un delincuente que actúa subrepticiamente, engañando siempre a los demás.

Del corazón del hombre salen los “asesinatos”
La negación del otro llega a su punto más grave: no sólo lo usa sexualmente, no sólo se apropia de sus bienes sino que le rapta incluso la vida, que es el valor más preciado. Homicidio.

Del corazón del hombre salen los “adulterios”
La lista comenzó con el tema de la inmoralidad sexual y retoma ahora el mismo tema, con el matiz de la “infidelidad” a la persona a la cual se le prometió amor total. Sobran comentarios.

Del corazón del hombre salen las “codicias”
Es otro mal manejo del “deseo”. El término que Jesús utiliza significa literalmente tener en sobreabundancia. Pero, puesto que se trata de una acción (mala) derivada de una motivación interna (mala), hay que observar allí un comportamiento que va en doble dirección:

Del corazón del hombre salen las “maldades”
No se trata solamente de hechos malos en sí, sino de una persona que está dañada en la estructura de su personalidad y encuentra placer en hacerle daño a los otros. Es una persona que se goza en ver a los demás sometidos, humillados, vapuleados, divididos; se alegra cuando otra persona cae en desgracia. Su motivación es la destrucción y ama complicarle la vida a los demás.

Del corazón del hombre sale el “fraude”
Se trata de aquella persona que actúa doblemente, con engaño, con el fin de lograr sus deseos ocultos. El término tiene un origen interesante: el “dolo” es la carnada que se coloca para hacer caer a una víctima en la trampa (por ejemplo, una trampa de ratones). Por lo tanto es la inteligencia pero para salirse con la suya, para el mal.

Del corazón del hombre sale el “libertinaje”
Literalmente significa “desenfreno”, su mejor imagen es la del caballo desbocado que no acepta la rienda. Se trata del comportamiento de quien no acepta reglas, sintiéndose con derecho a todo. Su criterio de acción es el capricho personal y para conseguirlo pasa por encima de lo que sea empeñando en ello todas sus capacidades.

Al contrario del que actúa por fraude (obra ocultamente), el que actúa por libertinaje hace sus maldades públicamente sin temor a escandalizar, perdiendo el respeto por sí mismo y por los otros, se vuelve literalmente “sin-vergüenza”.


Del corazón del hombre sale la “envidia”

Es el comportamiento de aquella persona que mira con rabia el éxito y la felicidad de los demás.

Esta actitud en realidad está a la base de las anteriores. Se trata de una persona que considera que no es suficientemente amada y que vale poco, por eso los demás son para ella una amenaza, considera que los demás son o tienen es un derecho que a ella le fue negado.

Del corazón del hombre sale la “injuria”
El término literalmente significa “calumnia”, pero en este contexto se refiere a Dios y por lo tanto se trata más bien del insulto a Dios.

A Dios, a quien se le debe la adoración y la alabanza, se le dice todo lo contrario de lo que se le debe. La persona considera que no tiene nada que agradecerle a Dios. El resentimiento es grande.

Del corazón del hombre sale la “insolencia”
Literalmente es el engrandecimiento de sí mismo, esto es, el orgullo, la autosuficiencia, la arrogancia. Una persona así se considera “el ombligo del mundo”, mira con desprecio a las demás personas considerándolas con menor capacidad y valor que ella. Su criterio de acción es el comparativo, partiendo del presupuesto de que él siempre es el mejor.

La persona en su arrogancia se coloca al nivel o incluso por encima del mismo Dios. En nuestro tiempo hemos escuchado a un grupo musical que el culmen de su fama se declaró más popular que Jesucristo o a una cantante que dijo públicamente que al nivel de ella sólo Dios.

Del corazón del hombre sale la “insensatez”
Literalmente significa “locura”, pérdida del sentido de las cosas que termina en acciones desatinadas, por lo tanto sin criterio de valoración (moral), peor todavía: fuera del proyecto de Dios. Se trata de una persona sin rumbo en la vida, sin proyecto. Más que el “loco” en sí, es el que “se hace el loco” para pasarla bien, pero su vida no trascenderá.

Insensato es aquél que no quiere tomar a Dios en serio y por lo tanto no está dispuesto en lo más mínimo a poner el mandato de Dios por encima de todas las palabras humanas y a dejarse guiar por la voluntad de Dios.

Artículo completo: Centro Bíblico del Celam CEBIPAL