2.10.13

SAN GERARDO MARÍA MAYELA




SAN GERARDO MARÍA MAYELA
PROTECTOR ESPECIAL DE LAS MUJERES EMBARAZADAS Y DE LOS NIÑOS.

Nuestro querido Beato Juan Pablo II decía de San Gerardo:
 “Él rezaba así:  "¡Oh Dios mío, si pudiera convertir a tantos pecadores cuantos son los granos de la arena del mar y de la tierra, las frondas de los árboles, las hojas de los campos, los átomos del aire, las estrellas del cielo, los rayos del sol y de la luna, todas las criaturas de la tierra!" (Escritos espirituales, Materdomini 2001, 155).
San Gerardo no ahorraba energías, oraciones y penitencias por los pecadores. Su amor no le permitía permanecer indiferente ante sus opciones y su condición; sobre todo, se preocupaba de que todos se acercaran de manera fructuosa al sacramento de la reconciliación.
El debilitamiento generalizado del sentido del pecado y, en consecuencia, de la importancia del sacramento de la reconciliación impregna la sociedad actual. Esto interpela la pastoral de la Iglesia y, en particular, la acción apostólica de esa congregación religiosa, uno de cuyos elementos fundamentales es precisamente el anuncio de la redención de Cristo. Queridos redentoristas, seguid imitando a vuestro santo fundador, siempre sensible a los pecadores y dispuesto a acogerlos en el sacramento de la reconciliación con amor de padre y sabiduría de médico. Seguid cultivando el celo de san Gerardo, que se entregó totalmente por la salvación de las almas.
Aunque se preocupaba de que los pecadores recuperaran la vida espiritual mediante la conversión y el sacramento de la penitencia, san Gerardo Maiella prestaba atención particular también a la vida naciente y a las mujeres embarazadas, sobre todo a las que atravesaban dificultades físicas y espirituales. Por eso también hoy se lo invoca como protector especial de las mujeres embarazadas. Este rasgo típico de su caridad constituye para los fieles un estímulo a amar, defender y servir siempre a la vida humana.
Son bien conocidas las amenazas que siguen cerniéndose sobre la vida, especialmente sobre la vida naciente. Debe hacer reflexionar sobre todo la preocupante difusión de una "cultura de la muerte", que impulsa a amplios sectores de la opinión pública a justificar algunos delitos contra la vida en nombre de los derechos de la libertad individual y, basándose en ellos, pretende su legitimación por parte del Estado (cf. Evangelium vitae, 4).
Deseo que la devoción gerardina contribuya a hacer que sea aún más intenso el esfuerzo de los cristianos por contrarrestar esta cultura de muerte y realizar gestos concretos y elocuentes al servicio de la cultura de la vida. Además, en esta significativa ocasión quisiera encomendarle a todos los redentoristas, el compromiso de trabajar de modo aún más decidido para difundir el "evangelio de la vida". Poned al servicio de la vida vuestra reflexión teológica y moral, desarrollándola, con fidelidad a la tradición alfonsiana, precisamente a partir de las situaciones en las que la vida está menos protegida y defendida. Este es el modo concreto de proseguir la obra de san Gerardo Maiella y ser testigos de esperanza y constructores de una nueva humanidad.”




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